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Divorcio y abandono del hijo, se debe permitir?

Cuando uno de los padres desaparece tras el divorcio

El impacto del abandono parental en los hijos y los desafíos para quien se queda

Tras la tormenta del divorcio, la vida debía continuar. Sin embargo, para muchas familias, lo que parecía el cierre de un capítulo complicado se convierte en el inicio de una nueva lucha. Cuando uno de los progenitores, casi siempre el que no tiene la custodia, desaparece emocional, económica y físicamente, el peso del abandono recae sobre los hijos. Y también sobre quien queda al frente.

Paula, una madre de 36 años, lo vivió en carne propia. Después de un divorcio marcado por episodios de violencia de género, pensó que, al menos por el bien de sus hijos, su expareja mantendría algún vínculo con ellos. Pero no fue así. “Dejó de llamar, de escribir, de enviar dinero. Simplemente desapareció”, cuenta mientras organiza las mochilas escolares de sus hijos, de siete y diez años. La última vez que los niños vieron a su padre fue hace más de un año.

El abandono parental no siempre tiene un titular, pero afecta a miles de familias cada año. Según datos de organizaciones especializadas en derecho de familia, en cerca del 30% de los divorcios con hijos, uno de los padres reduce significativamente su implicación, o directamente corta el contacto.


El abandono emocional y económico

La ausencia de un progenitor se manifiesta de diversas formas. A veces, es una falta total de comunicación; otras, una omisión constante de responsabilidades económicas. “El abandono económico suele ser la primera señal”, explica Laura Molina, abogada especialista en derecho de familia. “Cuando dejan de pagar la pensión alimenticia o se desentienden de los gastos escolares, muchas veces viene acompañado de un distanciamiento emocional.”

Eso le ocurrió a Paula. “Él dejó de contribuir incluso con lo básico: comida, ropa, libros escolares. Lo último que me dijo fue que ya no podía más, que no quería saber nada ni de mí ni de los niños”, relata. Desde entonces, la carga económica y emocional ha recaído por completo sobre ella, una realidad que enfrentan muchas familias monoparentales.

El impacto financiero puede ser devastador. Sin la contribución económica del otro progenitor, los recursos familiares se ven drásticamente reducidos. Esto afecta no solo las necesidades básicas de los hijos, sino también su desarrollo educativo y social. Según un informe reciente, el 65% de los niños afectados por abandono parental sufren algún tipo de privación económica significativa.


Un golpe emocional difícil de gestionar

Pero el daño económico no es el único. Los hijos que enfrentan el abandono de uno de sus padres también lidian con las secuelas emocionales. “Los niños tienden a interpretar esta ausencia como un rechazo personal”, explica Laura Sánchez, psicóloga infantil. “Esto puede derivar en sentimientos de culpa, baja autoestima, ansiedad e incluso problemas de apego en el futuro.”

Para Paula, lo más duro no es lidiar con las preguntas de sus hijos, sino con su propio intento de mantener una imagen positiva de su padre. “Mi hijo mayor me pregunta por qué su papá no lo llama. Le digo que está ocupado, que no puede ahora, pero siento que, en algún momento, voy a quedarme sin respuestas.”

En los niños más pequeños, las secuelas pueden ser más sutiles: cambios de humor, problemas de conducta en la escuela o dificultades para socializar. En adolescentes, el abandono puede manifestarse como aislamiento, rebeldía o incluso conductas autodestructivas.


La justicia ante el abandono parental

Legalmente, el abandono económico tiene consecuencias. La pensión alimenticia es un derecho irrenunciable de los hijos, y su incumplimiento puede derivar en sanciones legales, desde embargos hasta penas de prisión. Sin embargo, hacer valer este derecho no siempre es sencillo.

“En muchos casos, el progenitor que abandona utiliza estrategias para evitar su responsabilidad, como trabajar en la economía informal o mudarse sin dejar rastro”, señala Molina. Además, los procesos judiciales para reclamar pensiones atrasadas pueden ser largos y costosos, algo que muchas familias no pueden permitirse.

En algunos países, existen fondos públicos para garantizar el pago de la pensión alimenticia cuando el progenitor incumple, pero estas medidas no son universales. “El sistema está diseñado para reaccionar, no para prevenir. Y mientras tanto, las familias quedan desprotegidas”, añade la abogada.


¿Cómo apoyar a los hijos?

Ante la ausencia de uno de los progenitores, la figura que queda al frente desempeña un papel crucial para mitigar los efectos del abandono en los hijos. Pero no siempre es fácil.

“Es fundamental que los niños sientan que tienen una red de apoyo sólida, aunque falte uno de sus padres”, explica Sánchez. Esto incluye:

  • Apoyo emocional: Crear un espacio seguro donde los hijos puedan expresar sus emociones sin miedo.
  • Refuerzo positivo: Recordarles que el abandono no es culpa suya y que son amados.
  • Terapia psicológica: Ayudarles a gestionar los sentimientos de rechazo y confusión.

Las figuras externas, como abuelos, tíos o incluso mentores, también pueden ser un soporte clave para los niños. “No se trata de reemplazar al padre o madre ausente, pero sí de llenar los vacíos emocionales que esa ausencia deja”, señala la psicóloga.


Una deuda social pendiente

El abandono parental es, en muchos sentidos, un problema invisible. Mientras que las denuncias por violencia de género o incumplimiento de custodia suelen acaparar titulares, el impacto del abandono suele quedar relegado a lo privado. Pero no debería ser así.

“Como sociedad, debemos garantizar que ningún menor quede desprotegido por la irresponsabilidad de uno de sus progenitores”, argumenta Molina. Esto incluye desde acelerar los procesos legales para garantizar el pago de pensiones hasta ofrecer apoyo psicológico accesible para las familias afectadas.


El futuro de Paula y sus hijos

Para Paula, cada día es una batalla, pero también una oportunidad para demostrarles a sus hijos que, aunque les falte su padre, no les faltará amor. “Sé que no puedo llenar el vacío que dejó, pero estoy haciendo todo lo posible para que sepan que pueden contar conmigo. Y eso es lo que importa.”

Su historia es un reflejo de las miles de familias que enfrentan el abandono parental cada día. Historias que merecen ser escuchadas, porque detrás de cada ausencia hay un niño que merece algo mejor. Como sociedad, el reto está en asegurarnos de que ese “algo mejor” sea una realidad, no un sueño inalcanzable.

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